martes, 17 de noviembre de 2009

Kenedy


John Fitzgerald Kennedy (Brookline, Massachusetts, 29 de mayo de 1917Dallas, Texas, 22 de noviembre de 1963) fue el trigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos. Fue conocido como John F. Kennedy, Jack Kennedy por sus amigos y popularmente como JFK.
Elegido en 1960, Kennedy se convirtió en el tercer presidente más joven de su país, después de Theodore Roosevelt. Ejerció como Presidente desde 1961 hasta su asesinato en 1963. Durante su gobierno tuvo lugar la invasión de Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles de Cuba, la construcción del Muro de Berlín, el inicio de la carrera espacial, la consolidación del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, así como los primeros eventos de la Guerra de Vietnam.
Durante la Segunda Guerra Mundial, destacó por su liderazgo como comandante de la Lancha torpedera PT-109 en el área del Pacífico Sur. Realizando un reconocimiento, la PT-109 fue impactada por un destructor japonés, que partió la lancha en dos y ocasionó una explosión. La tripulación a su cargo logró nadar hasta una isla y sobrevivir hasta ser rescatada. Esta hazaña le dio popularidad y con ella comenzó su carrera política. Kennedy representó al estado de Massachusetts como miembro de la Cámara de Representantes desde 1947 hasta 1953 y luego como senador desde 1953 hasta que asumió la presidencia en 1961. Con 43 años de edad, fue el candidato presidencial del Partido Demócrata en las elecciones de 1960, derrotando a Richard Nixon en una de las votaciones más ajustadas de la historia presidencial del país. Kennedy había sido la última persona en ser elegida ejerciendo como senador hasta la elección de Barack Obama en 2008. También ha sido el único católico romano en ser elegido Presidente de EE. UU. y fue el primero nacido en el siglo XX.
El Presidente Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas, Estados Unidos. Lee Harvey Oswald fue acusado y detenido, pero fue asesinado dos días después por Jack Ruby por lo que no fue posible someterlo a juicio. La Comisión Warren concluyó que Oswald había actuado solo en el asesinato. Sin embargo, el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos estimó en 1979 que podría existir una conspiración en torno a su asesinato. El tema ha sido muy debatido y existen múltiples teorías sobre el magnicidio. El crimen fue un momento importante en la historia de los Estados Unidos debido a su traumático impacto en la psique de la nación.
Muchos han considerado a Kennedy como un icono de las aspiraciones y esperanzas estadounidenses; en algunas encuestas realizadas en su país continúa siendo estimado como uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos.

Francisco Ayala


A los dieciséis años se trasladó a Madrid, donde estudió Derecho y Filosofía y Letras. En esta época (1922/23) publicó sus dos primeras novelas, Tragicomedia de un hombre sin espíritu e Historia de un amanecer.
Colaboró habitualmente en Revista de Occidente y Gaceta Literaria. Residió en Berlín entre 1929 y 1931 durante el surgimiento del nazismo. Se doctoró en Derecho en la Universidad de Madrid e impartió clases en la misma.
Fue letrado de las Cortes desde la proclamación de la República. En el comienzo de la Guerra Civil se encontró dando conferencias en Sudamérica y, durante la misma, ejerció como funcionario del Ministerio de Estado.
Al caer la República se exilió en Buenos Aires, donde pasó diez años trabajando y colaboró en la revista Sur, en el diario La Nación y en la editorial Losada; asimismo, cofundó con Lorenzo Luzuriaga la revista Realidad.
Posteriormente, aún en la década de los cincuenta, Ayala se trasladó a Puerto Rico, país en el cual impartió cursos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, invitado por el Decano de dicha institución, el renombrado jurista Manuel Rodríguez Ramos. Desde el archipiélago de Puerto Rico viajó a Estados Unidos de América, donde impartió clases de Literatura española en las universidades de Princeton, Rutgers, Nueva York y Chicago, aunque también mantuvo estrechos lazos intelectuales y culturales con Puerto Rico, donde igualmente vivieron largos exilios los renombrados Pau Casals y Juan Ramón Jiménez, entre otros españoles.
En 1960 regresó por primera vez a España. Desde entonces, volvió todos los veranos y compró una casa. Se reintegró a la vida literaria. En 1976 se instaló definitivamente en Madrid, donde continuó su labor de escritor, conferenciante y colaborador de prensa. En 1983, a los 77 años, fue elegido miembro de la Real Academia Española; leyó su discurso de ingreso un año después. Hasta muy avanzada edad ha seguido escribiendo con plena lucidez. En 1988 obtuvo el Premio Nacional de las Letras Españolas; en 1990 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía; en 1991 fue galardonado con el Premio Cervantes [1] y en 1998 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
La crítica ha dividido generalmente la trayectoria narrativa de Francisco Ayala en dos etapas: la anterior y la posterior a la Guerra Civil Española.
En la primera etapa, anterior a la Guerra Civil, escribió Tragicomedia de un hombre sin espíritu (1925) e Historia de un amanecer (1926), que se inscriben en una línea narrativa tradicional. Con El boxeador y un ángel (1929) y Cazador en el alba (1930) abordó la prosa vanguardista. En ambas colecciones de cuentos predominan el estilo metafórico, la brillantez expresiva, la falta de interés por la anécdota, la fascinación por el mundo moderno.
Tras un largo silencio, Francisco Ayala inició su segunda etapa en el exilio con El hechizado (1944), relato sobre el intento de un criollo de entrevistarse con el rey Carlos II que formó parte en 1949 de Los usurpadores, libro compuesto por siete narraciones cuyo tema común es el ansia de poder. La historia sirve aquí para reflexionar sobre el pasado, a fin de conocer con mayor profundidad el presente. También en 1949 publicó La cabeza del cordero, conjunto de relatos sobre la Guerra Civil, en los que presta mayor atención al análisis de las pasiones y comportamientos de los personajes que a la crónica de unos acontecimientos externos. Muertes de perro (1958) constituyó una denuncia de la situación de un pueblo sometido a una dictadura, al tiempo que presentó la degradación humana en un mundo sin valores. El fondo del vaso (1962) es un complemento de la novela anterior, que está presente en este nuevo relato a través de los comentarios que de ella hacen los personajes. La ironía se convierte en el recurso central de esta obra, aunque una mayor comprensión hacia el género humano va sustituyendo al desprecio. En algunas ocasiones, como en El hechizado, se acercó al mundo existencial y absurdo de Franz Kafka, con una denuncia implícita de la inmoralidad y estupidez del poder.
Después de estas novelas Francisco Ayala siguió publicando relatos, como los recogidos en El As de Bastos (1963), El rapto (1965) y El jardín de las delicias (1971), libro que se basa en el contraste entre la objetividad satírica de la primera parte, «Diablo mundo», y el tono evocativo, subjetivo y lírico de la segunda, «Días felices». En 1982 apareció De triunfos y penas, y en 1988 El jardín de las malicias, donde recogió seis cuentos escritos en diferentes épocas de su vida.
Gran importancia tiene también su obra ensayística, que abarca temas políticos y sociales, reflexiones sobre el presente y el pasado de España, el cine y la literatura.
Escribió unas memorias: "Recuerdos y olvidos" (1982, 1983, 1988 y 2006). Fue miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada. En noviembre de 2003 recibió en su ciudad natal el nombramiento de Socio de Honor de la asociación Granada Histórica, manifestando que ese, «tal vez, había sido uno de los momentos más bellos de la última etapa de su vida, pues tras casi un siglo de sentirse granadino por el mundo entero, ahora se reconocía por los propios granadinos».
Su relato El tajo fue seleccionado en la antología de cuentos de la Guerra Civil Partes de guerra, a cargo del escritor Ignacio Martínez de Pisón.
Fue miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes desde 1997.[2]
El 15 de febrero de 2007 se convirtió en el primer depositario de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes de Madrid.[3]
Falleció el 3 de noviembre de 2009 en Madrid, a la edad de 103 años.[4]
Su capilla ardiente se instaló en el tanatorio del cementerio de San Isidro de Madrid, donde fue incinerado en la intimidad un día después de su fallecimiento.
Obras.